Comedias, démosle al público comedias
COMEDIAS, DÉMOSLE AL PÚBLICO COMEDIAS
por Ernesto Martín y Nacho Ortuño
(publicado en la revista literaria LA EXPLANADA, Febrero 2005)
Vamos a ponernos serios.
El humor dignifica, el humor engrandece, el humor es tan importante como respirar o comer. La risa es la única medicina del mundo, el mejor partido político, la mejor inversión. Las chicas te quieren si las haces reír, pero no te quieren si las haces llorar. Si ríes, eres feliz, si lloras, eres un desgraciado. A menos que llores de la risa, claro, porque no conocemos todavía a ninguna persona de este mundo (y por ahora, tampoco de Marte) que sea capaz de pasar toda una vida llorando de pena. Hemos oído hablar de la risoterapia. ¿Acaso han oído ustedes en alguna ocasión la llantoterapia? Nosotros no.
Pero no nos creamos que el humor es cosa de risa, que el humor es muy serio. No es éste un asunto meridianamente despreocupado, ni muchísimo menos. El humor es efectivo y eficaz, combate la ñoñería y la hipercloridia, sacude las asperezas y critica las oscuras vanidades del ser humano, que no son pocas y las hay muy variopintas. El humor es el padre biológico de la risa, la carcajada, el chiste, la ironía, el absurdo, el enredo, el sainete, el juguete o la comedia. Sin embargo, y aunque pasa en las mejores familias, hay que ir con mucho cuidado; también se observan hijos bastardos como la burla, la mofa y la befa y la descalificación ridícula. De esos ya se ocupa la televisión en los tiempos que corren.
Se ha hablado siempre de género chico, teatro menor, de evasión, del “drama romántico”, los cultivadores de comedia han sido relegados a esas últimas páginas de los temas de Literatura donde el editor ya estaba cansado y repite una ristra de nombres y obras achorizadas en un solo epígrafe. Porque la risa también ha tenido sus enemigos a lo largo y ancho de la historia, y si no lo creen pregúntenle a Aristóteles por qué le quemaron su segundo libro de Poética donde hablaba de la comedia. Siempre hubo y habrá detractores de la carcajada, justo de aquello que nos diferencia de los animales mucho más que nuestra desgastada “inteligencia”.
Si del hombre se dice que es un animal inteligente es gracias, sobre todo, a su capacidad de reír, mucho más que por su llanto (recordemos, por ejemplo, que los cocodrilos ya lloran desde hace innumerables siglos, pero nunca nada se supo de su risa). Y hay gente que una y otra vez insiste equivocadamente en demostrar que el nivel de la erudición y sapiencia supina del autor lo proporciona su capacidad para hacer pensar profundamente y alcanzar el grado supremo de la reflexión metafísica y la sensibilidad artística del espectador consiste en dejar caer una lágrima mientras escucha a Wagner al tiempo que se deleita con el Werther de Goethe (permítanme que me ría, ¿lo ven?)
Por eso a nosotros nos da la risa, porque esa gente no ha escuchado las carcajadas del patio de butacas. Ésas con las que te puedes acostar tranquilo al llegar a la cama. Ésas que sigues oyendo cuando cierras los ojos. Ésas que nos permiten seguir creando. Seguir viviendo.
Que cada palabra tenga la intensidad de un disparo.
Estimado y loado Federico, es tiempo de comedias, y vamos a darle al público comedias.
Los abajo firmantes
Ernesto Martín y Nacho Ortuño
Benalúa, a 30 de Enero de 2005
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